APOSTOLADO DE LA CRUZ

Cruz del Apostolado

 

 

 

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La Cruz del Apostolado es el símbolo del que se valió Jesús para darnos un camino de santifiación, de unión con Él, de transformación en Él. Camino que depende de cada uno, de abrirse al Espíritu Santo y puede ser muy profundo.

La Cruz tiene un mensaje que llamamos Espiritualidad de la Cruz.Ese camino que contiene la Cruz se vive en el Apostolado de la Cruz; así que hablar de la Cruz, es hablar de la Espiritualidad de la Cruz y es hablar del Apostolado de la Cruz.


La Cruz del Apostolado es el emblema de la Obra de la Cruz, y el   clamor de Conchita: "Jesús, Salvador de los hombres, ¡Sálvalos!", sintetiza nuestro proyecto de vida.

"Esta Cruz del Apostolado ahuyentará al demonio. Esparcirá virtud, de la que está llena. Curará las almas y los cuerpos.
Hará muchos milagros
"
(Promesa de Jesús a la Beata Concepción Cabrera)


 

 

 

 

 


 Símbolos de la Cruz del Apostolado

   La Paloma

El Espíritu Santo, amor personal de Dios, está simbolizado por la paloma que aparece sobre la Cruz del Apostolado.

Así se significa que la salvación es una obra de amor y que el Espíritu Santo mueve a Cristo y nos mueve a nosotros a la entrega al Padre por la Cruz. Y Juan dio este testimonio: "He visto al Espíritu, como paloma, descender del cielo y posarse sobre Él". (Jn 1, 32)

La obra total de la creación-redención que vino a realizar Jesús va a tener su pleno cumplimiento con el envío del Espíritu Santo en Pentecostés.

Plásticamente está representado en la Cruz del Apostolado el papel del Espíritu Santo en la misión redentora de Jesús: es Él quien "cobija" la Cruz y la ilumina. Así también es Él quien debe de alentar e iluminar la vida de transformación en Cristo de todo hombre: sólo el Amor puede iluminarnos y fortalecernos para llevar a cabo esta ardua empresa.

La Cruz grande

En la representación de la Cruz del Apostolado se destaca la silueta de la cruz grande. Esta Cruz baja del cielo a salvar al mundo. Indica a las almas que para llegar al Corazón de Jesús tienen que subir por la cruz, porque no existe otro camino y el que no sube por Él, jamás llegará al centro del amor y del dolor.

Es el símbolo de nuestra condición humana que Cristo quiso hacer suya para liberarnos de la miseria, el dolor y la muerte, consecuencias del pecado. "Y del mismo modo que el pecado estableció su reinado de muerte, la gracia a su vez reinará y, después de restablecernos en la amistad de Dios, nos llevará a la vida eterna gracias a Cristo Jesús, nuestro Señor." (Rm 5, 21)

Significa también nuestra cruz de cada día que, unida a la de Cristo, participa de su valor redentor y nos permite llegar a la intimidad con Él.  Después, Jesús dijo a toda la gente: "Si alguno quiere seguirme, que se niegue a sí mismo, que cargue con su cruz de cada día y que me siga." (Lc 9,23)

Un Corazón vivo y palpitante

El Corazón en el centro de la Cruz, rodeado de llamas, herido por una lanza, coronado de espinas y derramando sangre y agua por la herida, simboliza el amor de Cristo a su Padre y a nosotros, que lo lleva a hacer suya nuestra cruz y que llegó a su extremo en la entrega dolorosa de sí mismo hasta la muerte.

El amor más grande es el que el Padre nos ha tenido al enviarnos a su Hijo. La cumbre del amor, la plenitud del amor es morir por los amigos y perdonar a los enemigos. Eso fue lo que realizó Jesús.

En el corazón se efectúa la altísima transformación del dolor por el amor. En él se logra lo increíble: el trascender el dolor, el sublimarlo por el amor.

El corazón encierra y posee todas las riquezas de la Cruz, y la Cruz posee todos los secretos del Corazón. El Corazón sobre la Cruz del Apostolado atraerá a las almas a darse por medio del amor. Las almas que se hacen cruces vivas atraerán al Corazón de Jesús sobre ellas y poseerán el cielo con todas sus delicias. 
 

La Lanza

La realidad del costado traspasado de Jesús sobre la Cruz es atestiguada por el evangelista San Juan (19,31-37). Juan considera el hecho de la lanzada y la efusión del líquido como signos de la donación del Espíritu. Otros autores espirituales indican que representan los dos sacramentos: el agua, el bautismo; la sangre la Eucaristía.

La lanza figura la ingratitud humana. Al Corazón pueden entrar todas las almas por su ancha herida, que se abre para acogerlas y las convida a penetrar más profundamente en su centro. Es la puerta secreta que conduce hasta la Cruz interna.

La Corona de Espinas

En los Evangelios no se habla de la corona de espinas en el Corazón de Jesús. Esto procede más bien de las revelaciones privadas, pero sí tiene su razón de ser, ya que con ella se simboliza la pasión del Corazón de Jesús, sus sufrimientos morales.

Las ingratitudes de los hombres han continuado a través de los siglos y es feliz incumbencia de las almas de la Cruz el tratar de reparar en lo posible estas ofensas procurando una delicadeza singular con Jesús en su Corazón espinado, sobre todo en la Eucaristía. Las heridas de amor son sanadas únicamente por medio del amor.

Pasando más allá de una "reparación" se nos invita a tratar de dar un consuelo al amoroso Corazón de Jesús, especialmente por las penas causadas por las almas sacerdotales y consagradas.

Al que abrace la Cruz en su centro, con toda su voluntad, le punzarán las espinas del Corazón, según el amor con que acepte las penas que Dios le envíe, más esto mismo lo enriquecerá de una manera admirable porque las espinas o sea las penas, lo unirán a Jesús, lo estrecharán con un mismo dolor, con un solo amor.

La Cruz pequeña

La Cruz pequeña expresa el dolor personal y más íntimo de Jesús: su dolor de Hijo al no ver correspondido el amor del Padre, su dolor por el sufrimiento del hombre que, a causa del pecado, no vive en el amor, su dolor por las infidelidades de aquellos a quienes ha asociado más íntimamente a su obra de salvación.

En el Evangelio de San Juan (12,27-28) relacionado con la oración de Gethsemaní, aparece la realidad humana de Jesús ante la pasión: experimenta una fuerte turbación interior en el momento de afrontar al príncipe de este mundo, y el abajamiento doloroso de la muerte sobre la cruz. Se siente impulsado a pedir al Padre que aleje de Él esta hora. Pero pide, al contrario, que el Nombre del Padre sea glorificado. Lo que puede esclarecer más este drama de Gethsemaní es el considerar que en estos momentos Jesús ha llegado al cumplimiento efectivo de su misión mesiánica salvadora y redentora.

La Cruz grande atraerá a las almas todas, pero la Cruz interna de los pecados de los hombres, la conocerán sólo las almas puras y crucificadas, que ascendiendo en la perfección, lleguen a entrar por la herida de su Corazón hasta ella. Esta Cruz interna debe ser especialmente honrada en la Obra de la Cruz.  

La Luz

La luz y las nubes simbolizan la presencia amorosa del Padre, cuya gloria se manifiesta en la salvación de los hombres.

 


Visión de la Cruz del Apostolado

Beata Concepción Cabrera, inspiradora en la Iglesia de las Obras de la Iglesia, detalla en su diario la visión de la Cruz del Apostolado.

Fecha:  finales de enero de 1894. 

Lugar:  San Luis Potosí, México. 

"Esta mañana, después de comulgar, estando recogida haciendo mi oración en la Iglesia de la Compañía vi de repente una cosa como alegoría. Era como un inmenso cuadro de luz encendida, aclarándose hacia el centro, siendo blanquísima la de enmedio.

"Encima de todas estas clases de luces con miles de rayos de oro y fuego, una paloma blanca, extendida de sus alas, mero arriba, como abarcando todo aquel conjunto de luz.

"Debajo de la paloma en el fondo de aquella inmensa luz, una Cruz grande, muy grande.

"Una Cruz con un Corazón en el centro, de donde los brazos parten. Un Corazón, pero no pintado, vivo, palpitante, de carne, pero como glorificado, que transciende virtud, calor y vida.

"Tiene lanza, pero no se ve la punta por estar dentro del Corazón, pero sí la ancha herida, que hace brotar sangre entre líquida y cuajada, y escurre sobre la Cruz.

"Tiene este Corazón espinas agudísimas como que lo aprietan penetrándolo, y duele verlas.

"Las llamas que proceden del Corazón suben moviéndose como con violencia, como despedidas de un volcán, y casi cubren y descubren a la Cruz chiquita que está plantada o se ve salida un poco del Corazón".


Ahí está todo Jesús

"Dentro de esa Cruz se encuentra un Jesús, un Dios hombre, con todo su amor, con todo su dolor" (Ap. C. p.43). Explica Jesús a la Sierva de Dios, Concepción Cabrera de Armida que en la Cruz del Apostolado, aunque aparezca sólo el Corazón, ahí se encuentra todo Él.

El Corazón de Jesús nos revela su amor, y éste fue total. Con su voluntad totalmente libre nos redimió, en la entrega absoluta y también total de su humanidad sacratísima. Así pues, en ese Corazón que aparece sobre la Cruz del Apostolado tenemos a todo Jesús, ya que el corazón representa la intimidad del hombre, su amor. Adivinamos ahí todo su cuerpo, ya que el sacrificio por el cual se entregó, lo realizó con su humanidad total.

En esta santa Cruz está el Corazón más amante y más doloroso. Jesús deja ahí todo su amor, todo su dolor, representados en su Corazón, fuente de todo bien, de toda luz, gracia y misericordia. Da lo único que le quedaba en la Cruz. Quiere que arda la tierra con el fuego de la caridad, por medio de este santo leño divinizado por su contacto.


Una Cruz para ser cargada

"La Cruz sola, sin apoyo, como que convida a cargarla cada uno, e ir en pos de Él" (Ap. C. T. II p. 36)

Durante su pasión, Jesús, agobiado por los suplicios y aplastado por el peso de la cruz, es ayudado efectivamente a cargarla por Simón de Cirene. Él puede ser una imagen viva de lo que puede significar ayudar a Jesús con su Cruz. Aunque bien comprendemos que no es sólo la cruz material, sino todo el cúmulo de sufrimiento de Jesús, en su pasión y en todos los tiempos, lo que estamos llamados a aliviar y a compartir.

El tomar efectivamente nuestra cruz en unión con Jesús es hacerla realidad en nuestra vida (Rm 6,6). 

La Cruz del Apostolado nos invita a cargarla: se encuentra suspendida en el aire, entre nubes, sin apoyo. A abrazarla con amor generoso, nos convida Jesús asegurándonos que "su yugo es suave y su carga ligera" (Mt 11,30). Nos ha dejado un lugar para que lo ocupemos en su nombre, pero no estaremos solos, sino con la fuerza del Espíritu Santo y con la compañía de su adorable Corazón, todo ternura y amor.


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