CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

Viaje a Tierra Santa y Roma

Varios obispos mexicanos, que se daban cuenta de los beneficios del Apostolado de la Cruz y del fervor de las Religiosas de la Cruz, deseaban vivamente una fundación similar de Sacerdotes de la Cruz, de los cuales Conchita era igualmente la inspiradora. Dirigieron una petición a Roma motivada por las necesidades pastorales de México. Después de reflexionar, Roma concedió el permiso solicitado. Pero puesta en guardia por maniobras difamatorias y calumniosas de algunas personas por medio de un telegrama, suspendió la ejecución del rescripto acordado, hasta después del examen de las revelaciones privadas relacionadas con la fundación de la Congregación de hombres.

Por orden de la Congregación de Religiosos, Conchita hubo de enviar a Roma gran parte de sus escritos y ocho volúmenes de su Vida en los que utilizando su Diario Espiritual, y a pesar de sus repugnancias, con toda sencillez y lealtad descubriría todos los secretos de su alma y de su vida a la autoridad suprema de la Iglesia.

El Santo Padre escribió personalmente a Mons. Ramón Ibarra, Arzobispo de Puebla, su director espiritual, como a un hermano y amigo: "He leído tu carta en que te lamentas por haberse diferido la licencia para fundar la Congregación de los Sacerdotes de la Cruz: más te ruego me dispenses lo mismo que a la S. Congregación de Religiosos, si en asunto tan grave hemos creído deber proceder seriamente antes de conceder la aprobación. Por lo demás te hacemos saber que pronto se someterá este asunto al estudio de la S. Congregación y con el favor de Dios se resolverá, obsequiando tus deseos y los de tus Hermanos. Ten buen ánimo, porque una obra agradable a Dios, aún cuando está rodeada de dificultades no será vencida jamás por ninguna oposición. Y en esta esperanza recibe, Venerable Hermano, la Bendición Apostólica que amantísimamente te damos. Día 2 del mes de marzo 1910. Pio X".

Para apresurar esta solución definitiva, Mons. Ramón Ibarra tomó la iniciativa de conducir a Conchita a Roma para un examen personal aprovechando la oportunidad de una peregrinación mexicana a Tierra Santa. Esas fueron las circunstancias de su viaje a Europa y al Oriente. Quiso llevar consigo a dos de sus hijos, encantados por este largo viaje: Ignacio, un fuerte muchacho de veinte años y Lupe, una hermosa jovencita de quince.

En este viaje iba a jugarse el destino de la Congregación de la Cruz y el regreso del Padre Félix a México como su fundador.

El Itinerario

En el pensamiento de Conchita esta travesía constituía ante todo una "peregrinación a Lourdes, Tierra Santa y Roma'', como lo indica el título de un opúsculo detallado y lleno de buen humor en el que consigna el relato. Era un bello viaje en perspectiva, con un itinerario inspirado por la devoción, pero también de turismo, cultura y anhelo de una solución por parte de Roma para el futuro de una obra de primera importancia para el apostolado de la Cruz. El viaje debía durar más de seis meses.

La partida de México

"Agosto 26. A las seis y media a.m. salimos de México para Veracruz... Sentí pena al dejar a los míos.

"Agosto 27. Llegaron Pancho y Elisa a despedirnos; comulgué en la Parroquia y a las tres y media de la tarde partió el Vapor con mucha majestad dejando la tierra muy lejos. Sufrí mucho al dejar a mis hijos. Rezaron los Señores Arzobispos Ibarra y Ruiz y el Sr. Obispo Amador con treinta y dos sacerdotes el itinerario y todos cantamos el himno al Espíritu Santo, muy conmovedor.

"Agosto 30. Llegamos a la Habana, yo no me bajé por estar enferma.

"Agosto 31. Hubo una velada al Ilmo. Sr. Ibarra por su santo y concurrió el Capitán". (Diario T. 38, pp. 389-391, agosto, 1913).

En camino hacia Europa

El mar malísimo, terrible, toda la vajilla se rompe. Conchita sufre fuerte mareo. Debe ser uno de los suplicios del infierno, dice ella riendo.

Después de diez días de una penosa travesía avistan Cádiz, hay un panorama espléndido en el paso del estrecho de Gibraltar, en seguida Barcelona. El 22 de septiembre se llenan de admiración ante el santuario de Nuestra Señora de Montserrat. Panorama único. Crisis de apendicitis de su hija. Se reunirán con el grupo en Marsella, en un barco alemán.

Egipto

"Octubre 7. Llegamos a Alejandría y salimos en tren rápido para El Cairo. ¡Egipto!, me decía yo. Estoy en la tierra que pisaron, en la que respiraron y sufrieron los divinos desterrados (de la Sagrada Familia). Embargaba a mi alma la emoción y todo el camino alabé a Dios mirando camellos, palmeras, beduinos, cruzando el Nilo varias veces, pensando en los pasajes tan tiernos de la Sagrada Escritura. Recordaba conmovida a los Patriarcas y Profetas y a los Israelitas, viendo los fértiles campos de sicómoros, naranjas y acacias, en que trabajaban los cautivos. Sentí otro ambiente, otra atmósfera que impregnaba mi corazón de recuerdos, que llevaban mi alma a Dios". (Diario T. 38, pp. 408-409, 7 octubre, 1913).

Visita detallada a El Cairo, a la Universidad musulmana AI-Ahzar con sus cinco mil estudiantes que escudriñan el Corán, a la tumba de los Mamelucos; "recé por ellos". Matarieh y los recuerdos de la Sagrada Familia. Maravillosa puesta de sol sobre el Nilo. Salida del Cairo a Port-Said; un vapor turco los conduce a Jaffa: "Dios mío, ya se acerca la tierra que Tú habitaste; la que regaste con tu doctrina y con tu sangre, que me alcanzó a mi miserable!" (Diario, octubre 13. 1913).

Jerusalén

"Octubre 13. ¡Día feliz y muy grande en mi vida! ¡Dios mío, bendito seas! Tomamos el tren en Jaffa y cruzamos por inmensos parques de naranjos y olivos, viendo muchos rebaños con pastoras turcas. Muchas partidas de camellos. Pasamos por las colinas hebreas y sitios históricos.

"Al divisar la Ciudad Santa caímos de rodillas, yo recé el Te Deum y al parar el tren besó el Sr. Obispo la tierra y con él todos los peregrinos. Llegamos a la Casa Nova y yo en mi cuarto me puse en oración, dando gracias a Dios con toda mi alma.

"A las tres, cantando, en procesión, visitamos el Santo Sepulcro. ¡Qué santas impresiones! Mis lágrimas corrieron al besarlo. No pude dormir pensando que me cobijaba el cielo que a Jesús y a María, que pisaba la tierra que ellos pisaron, esa tierra regada con la Sangre y lágrimas de Jesús!

"Octubre 14. ¡Conocí el Calvario! ¡Qué impresiones, Dios mío! ¡yo debajo del altar con mi frente en el agujero de la Cruz! Mis lágrimas corrieron en abundancia. Ahí pronunció las siete palabras de caridad infinita, me dio a María por Madre, traspasaron su corazón! Ahí estuvo tres horas clavado el Amado de mi alma. Me estuve ahí lo que pude, no quería arrancarme de aquel lugar bendito. Metí mi brazo en el agujero de la Cruz, mi lengua, mi corazón. Hice que mis lágrimas cayeran ahí dentro. Toqué las grietas de las rocas, vi con mis propios ojos el lugar donde estuvo la Santísima Virgen, la Magdalena al pie de la Cruz. Vi donde desnudaron a Jesús, donde lo clavaron en la Cruz; vi donde sortearon sus vestiduras y en donde estuvo mi Amor esperando que lo crucificaran. Besé muchas veces la piedra de la unción. Las emociones se sucedían y mi corazón era pequeño para abarcarlas.

"Por la tarde fui al monte donde mi Jesús enseñó el Padrenuestro: hay monjas (carmelitas). En treinta y cinco idiomas está escrito en los corredores. Después fuimos al Huerto de los Olivos, a la cueva de la agonía. Fuimos de ahí al sepulcro de la Santísima Virgen que está cerca del Huerto. Lo visitamos henchidos de gozo. De ahí subiría felicísima al cielo nuestra Madre inmaculada".

Estancia en la Ciudad Santa y visita a los otros lugares santos de los alrededores: Belén, donde nació el Salvador del mundo en un pesebre; Ain-Karin con el recuerdo de Juan Bautista y el Magnificat de la Virgen María como respuesta al saludo de su anciana prima Isabel. El 22 de octubre adiós a Jerusalén y partida hacia Jaffa, Nazareth y los otros lugares santos de Galilea; Nazareth lo domina todo: es la ciudad de la Virgen, el lugar en el que se realizó el mayor de los milagros, donde tuvo lugar el acontecimiento más importante de la historia de los hombres y del universo: la Encarnación de un Dios.

Nazareth

"Octubre 25. Muy de marañita me fui a la santa gruta donde se efectuó la Encarnación del Verbo Divino. Lo que ahí sentí no lo podré explicar; hay un altar y debajo una inscripción que dice: "Verbum caro factum est". Estaba yo feliz, oí muchas Misas y las horas que pude me pasé en aquel sitio amadísimo.

--"No al acaso, me dijo, has venido a este sitio. Mi bondad te ha traído para hacerte una nueva gracia. Aquí te consagrarás de una manera especialísima a la Santísima Trinidad. No es mentira Io de la encarnación mística en tu alma, por más que no hayas sabido apreciarla. Es una realidad con fines santos, de que se extienda en el frío mundo, especialmente en los sacerdotes, el amor al Divino Verbo por el Espíritu Santo, honrando al Padre con esto". (Diario T. 38, pp. 443-444, 25 octubre 1913).

La visita de Tierra Santa termina en Damasco y el Líbano. Ahora se dirigen hacia Roma: Beirut, Port-Said, Alejandría e Italia: Brindisi, Nápoles, Pompeya, Capri, Sorrento, nombres célebres que señalaron la historia de la cuenca del Mediterráneo.

Roma

"Hemos llegado por fin a la Ciudad Santa. Después de Jerusalén es lo que me interesa.  Aquí  van a librarse las luchas y el triunfo o la derrota de las Obras de la Cruz. El decisivo final. Mas, ¿para qué dudar si el Señor ha querido que venga y me ha dicho que pasaré humillaciones y sufrimientos pero que las Obras tocan a su fin y triunfarán? Fe y confianza. Dios sabe cumplir sus promesas y nunca desampara al que confía en El.

"Llegamos al oscurecer. Fue el I. Sr. Ruiz a la estación y me dio malas noticias respecto a cómo andan por acá las Obras de la Cruz. Paciencia y confianza en Dios. Espero contra toda esperanza, ¡Dios mío! Qué ciudad ésta de tantos recuerdos. Cuántos santos regaron aquí su sangre. La cuna de la religión. Pero todo esto no es más que la consecuencia de Jerusalén. Si no hubiera habido allá un Salvador no habría aquí Iglesia, ni mártires, ni confesores, ni quien amara a Dios. Pienso en Nerón, en los Césares, en la historia pagana y cristiana de este Centro del Catolicismo.

"Qué impresión para mi alma llegar a esta Ciudad Santa. Desde Nápoles me vine haciendo oración y me estremecí al divisar este lugar tan soñado... tan temido... en donde sólo puede la Iglesia dar la aprobación de los Sacerdotes de la Cruz, de las Religiosas, etc. Estoy muy cerca del Papa y me parece mentira. Deseo verlo y tiemblo de sólo pensarlo. ¡Dios mío! aquí me tienes dispuesta hasta el martirio si esta fuera tu voluntad". (Diario T. 38, pp. 472-474, noviembre 1913).

Audiencia con el Papa S. Pío X

"Ayer noche supe que la audiencia privada con el Papa era a las diez y media hoy. Llevé una buena sorpresa. Llegó la hora, me llamaron y me presenté ante el Vicario de Jesucristo en la tierra. No sé qué emoción sentí. Estaba en su escritorio con Mons. Ramón Ibarra enfrente, yo me arrodillé llorando y él me habló. Por fin me repuse y él me dijo que qué le pedía. "Yo le pido a Su Santidad que apruebe las Obras de la Cruz". Esto le decía sin soltarle su mano contra mi cara.

--"Están aprobadas, no temas, y te doy una bendición muy especial para ti, para tu familia y para las Obras".

--"Santísimo Padre, le dije, yo no quiero ser estorbo para las Obras, que me quiten y no me tomen en cuenta. 

--"Ya hablé con Monseñor y todo se arreglará este año".

"Me veía los ojos con su mirada penetrante y dulce, y yo sentía como si estuviera a los pies de Nuestro Señor. Varias veces me dijo: "Prega per me", me decía. Me puso su mano en la cabeza. Me atreví a tomarle su pectoral y besárselo. Le besé también su pie; me volvió a bendecir. Yo salí radiante y feliz, dándole gracias a Dios. ¡Oh fecha preciosa, inolvidable! ¡Oh Dios mío, bendito seas!" (Diario T. 38 pp. 478-480, 17 noviembre, 1913).

Entrevista decisiva

Por fin llegó la hora, tan temida por Conchita, de la entrevista con Mons. Donato Sbarreti, Secretario de la Congregación de Religiosos. Interrogó a Conchita sobre su país, su vida. Sobre todo le pidió explicaciones sobre el origen del Apostolado de la Cruz y de las Religiosas contemplativas. Le preguntó también si eran suyos los tomos manuscritos enviados a Roma. Quiso darse cuenta si escribía con facilidad: "Le contesté que sí, aunque no sabía ni gramática: no lo creía". Le hizo precisar el modo de sus visiones del Espíritu Santo, del Corazón de Jesús, de la Cruz del Apostolado. ¿Veía ella todo esto con los ojos de la cara? Le relató lo del monograma, los "dictados" del Señor, el cisma que había dividido a las primeras hermanas de la Cruz. Conchita le aseguró que ella no vivía con las religiosas sino con sus hijos: eso le gustó. "Comprendí que vio la luz en varios puntos, y le supliqué con toda el alma que me eliminaran de las Obras, que yo no quería ser ni aparecer en ellas. Que obedecería en todo a la Santa lglesia". (Diario T. 38, 7 diciembre, 1913).

Aún en Roma Conchita escribió a Mons. Sbarreti enviándole, conforme a su deseo, la edición española de su libro "Ante el Altar", suplicándole que le regresara sus manuscritos: "cosas íntimas de su conciencia" que ella deseaba recobrar, acatando sin embargo la decisión de la Santa Sede.

"Le repito, Excelencia, que mi mayor anhelo es ser hija sumisa y adicta a la Santa Iglesia, obedeciéndole en cuanto tenga a bien ordenarme. Nunca he querido engañar, pero tampoco engañarme, estando por tanto dispuesta a seguir la voz de Dios en la Iglesia que no se equivoca, y yo si puedo equivocarme. Gracias a Dios siempre me he guiado por la obediencia...

"Sólo ambiciono ocultamiento y oscuridad... Yo seguiré el camino que la Santa Iglesia me marque... Mucho me encomiendo a sus oraciones, Excelentísimo Señor, que sepa educar cristianamente a mis hijos" (Diario T. 38, pp. 509-513, 9 diciembre, 1913).

Para facilitar las cosas, de acuerdo con ella, Monseñor Ibarra propuso cambiar el nombre de "Sacerdotes de la Cruz" por el de "Misioneros del Espíritu Santo", que Pío X aprobó personalmente.

"Mi alma salta de alegría y me parece un sueño, ¡Dios mío, Dios de mi vida! dieciocho años que Io anunciaste, y cuántas penas, dolores, penitencias, esperanzas deshechas, sangre, oraciones, calumnias, envidias y persecuciones y lágrimas ha costado! Pero todo es poco pensando en que ha sido para depurar tu Obra, para tu mayor gloria". (Diario T. 38, p. 537, 17 diciembre, 1913).

"Estando en San Claudio delante del Santísimo me dijo el Señor: "Dame gracias, todo está concluido". Recé luego el Te Deum". (Diario T. 38, p. 541, 22 diciembre, 1913).

A través de Italia y Francia

¡La finalidad principal del viaje estaba asegurada! Después de diez días de visitar lugares artísticos y religiosos de la Ciudad Eterna, los peregrinos recorren Florencia, la ciudad del mundo más rica en arte. Padua, Venecia y Milán, donde ella admira la catedral. Vía Génova siguen a Francia por Lyon y Paray-Le-Monial, a donde la atrae su ardiente devoción al Corazón de Jesús: "Yo no quería irme de ahí" (Diario T. 38, p. 574, enero 9, 1949). Se dirigen en seguida a Paris a donde llegan de noche y recorren las grandes avenidas: "¡Qué grande ciudad es Paris!" De Paris, Conchita pasa a Lisieux para encomendar a "Teresita" las Obras de la Cruz.

Lisieux

"Enero 19. Fui a Lisieux a visitar el sepulcro de Sor Teresa del Niño Jesús, su convento y su casa natal. Estaba nevando y hacia un frío espantoso. Fui a darle gracias, porque precisamente le tenía encomendadas todas las Obras de la Cruz, y se acaba de conseguir el último triunfo. ¡Teresita de mi alma, gracias, gracias! Visitamos el convento y nos recibió su hermana Paulina, que es ahora la Superiora".

"Enero 20. Dejamos Paris. El Sr. Arzobispo Ibarra se fue por la mañana, los otros peregrinos más tarde, y por último, acompañadas de la Sra. Greville y Paz F. del Castillo, tomamos el tren para dormir en él y llegar a Lourdes mañana a las once". (Diario T. 38, pp. 584-585, 1914).

Lourdes

"Enero 21. Pasamos muy mala noche en el tren y llegamos a Pau a las ocho y continuamos hacia Lourdes. ¡Qué vistas panorámicas de las montañas todas nevadas! Los Pirineos encantadores. Llegamos a la estación. Ansiosos comimos y luego nos lanzamos por una tupida alfombra de nieve de veinte centímetros. Fuimos a visitar a la Basílica, la Gruta y la Capilla preciosa del Rosario. ¡Qué emociones tan dulces! ahí se siente la sombra de la Santísima Virgen, su estela, su particular protección. En la Gruta no se cansaba uno de estar arrodillado contemplando aquella belleza, aquel sitio que ocupó María en dieciocho ocasiones. Se trasladaba el pensamiento a tiempos pasados y se estremecía el alma al recordar y enumerar los milagros y las gracias ahí derramadas.

"Cuánto recordé a mi madre que fervorosa me leía de niña el libro de Enrique Laserre. Cómo deseaba ella ir al teatro de esos sucesos santos. Toda mi familia ha soñado venir aquí y yo, la más indigna, la más miserable, la que nada merezco, la más fría, estoy contemplando abismada este encantador lugar. Miles de cirios ardían, toda la Gruta está ahumada, hasta la estatua de María que está en el lugar donde fue la aparición. Sólo el rosal que tiene a los pies se conserva fresco, y entre la nieve y el humo, retoñando, ¡Qué maravilla de Dios!

"Rezamos el rosario después de recorrer las rampas. Nos confesamos en la Cripta. Mucho pedí por las Obras, por los míos, por el pobre México. ¡Qué emociones tan dulces! ¡Qué caridad de María! Las campanas cada hora cantan el "Ave" convidando a alabar a María. Esta es una impresión encantadora. Se siente uno tan bien aquí, a la sombra de María, que no se quisiera uno ir". (Diario T. 38, pp. 586-589, 21 enero, 1914).

En España con su hijo Manuel

Los viajeros vuelven a tomar el tren hacia España donde la espera su hijo Manuel. Largas horas de gozo e intimidad. Van a rezar juntos a Loyola. Manuel festeja sus veinticinco años con su madre. Su hermano Ignacio y su hermana Lupe se encuentran aquí también: "Qué bondad de Dios al traerme a pasar con él este día. Hemos dado juntos paseos por el campo en medio de una paz y vistas hermosas. A la orilla del arroyo le he leído mi diario del viaje" (Diario T. 38, p. 603, 28 enero, 1914). Pero en esta tierra todo pasa. Pronto tienen lugar las despedidas. No se volverán a ver hasta el cielo.

El camino de regreso

El grupo de peregrinos se encuentra en el camino de regreso: San Sebastián, Pamplona, Barcelona, Valencia (febrero 11). Málaga, Cádiz, Las Palmas. Las Islas Canarias, Puerto Rico (Marzo 1°), La Habana, Veracruz y México (marzo 14, 1914).

Ya en México, el primer cuidado de Conchita fue ir a abrazar a cada uno de sus hijos, luego corrió al santuario de Nuestra Señora de Guadalupe para agradecer a la Santísima Virgen su poderosa ayuda.

Conchita regresaba de Roma inmensamente agradecida. La Iglesia había hablado. La Cruz había triunfado.


 

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