CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

La "Gracia Central" de su Vida Espiritual

Ha llegado la hora, a los cuarenta y cuatro años, en que las preparaciones divinas van a desembocar en la "gracia central" de su vida espiritual: la encarnación mística.  Durante largos años el Señor le había hecho presentir esta gracia de las gracias, fuente de multitud de otros carismas y favores divinos, todos ellos orientados hacia la identificación con los sentimientos interiores del alma sacerdotal de Cristo.

Conchita vuelve con frecuencia en sus escritos a referirse a esta gracia insigne, pero el relato principal, el más inmediato al acontecimiento y el más espontáneo nos es dado en su Diario. En él se disciernen claramente tres aspectos sucesivos: su preparación, su realización, sus múltiples consecuencias para su vida personal y su irradiación apostólica.

Preparación

"Prepárate para el día en que la Iglesia celebra la Encarnación del Divino Verbo; en este día bajé a unirme con María tomando carne en su purísimo seno para salvar al mundo.  Ese día quiero unirme espiritualmente con tu alma y darte una vida nueva, vida divina e inmortal, en el tiempo y en la eternidad... Prepárate, purifícate, límpiate, porque es muy grande, muy grande, el beneficio que se te prepara" (Diario T. 9, pp. 33-34, febrero 17, 1897).

Después de haber comprendido esto el día 14 de febrero de 1897 sintió un nuevo impulso, una invitación del cielo, una grande sed de perfección y de pureza de alma; comprendió que debía ser santa, y año con año se preparaba para recibir esta promesa.

Conchita entró a Ejercicios el 20 de marzo de 1906, ávida de silencio y de recogimiento, resuelta a convertirse. El predicador era el Padre Mariano Duarte, S.J.

Desde los primeros días el Señor la prepara para esta gracia suprema en la línea más pura de su vocación particular a la Cruz.

"Estoy en retiro... Ya me impulsa el Señor a la práctica de las virtudes, ya siento su presencia que me envuelve, que me absorbe. Habla, Vida mía, a este corazón todo tuyo, en la soledad de tu Oasis, en el ambiente de tu Cruz... Yo sé que me previniste con gracias desde la eternidad..., yo sé que me sacaste de la nada y que desde mi niñez me adheriste al dolor, me enamoraste de tu Cruz, me transformaste en ella". (Diario T. 22, pp. 117-120, 21 de marzo, 1906).

"Óyeme, Señor, que mi grito ahora en este retiro, en este silencio es más poderoso, más puro, mi Jesús, sin ninguna mezcla de amor propio; por eso lo vas a escuchar: "Jesús, Salvador de los hombres, sálvalos, sálvalos, que no perezcan, que no caigan en el infierno, que tu Cruz los detenga y el Espíritu Santo los santifique". (Diario T. 22, pp. 148, 22 de marzo, 1906).

En sus ejercicios, Conchita no piensa en sí misma. Lleva en su alma el celo por la salvación del mundo. Quisiera salvar a todos los hombres, sus hermanos.

"Siento el empuje del cielo para la perfección, para una vida nueva" (Diario T. 22, p. 151, 23 de marzo, 1906).

El llamamiento de Cristo se hace oír con más fuerza que nunca:

El 24 de marzo se siente arrebatada por el misterio de la Encarnación del Verbo que la liturgia debe celebrar al día siguiente: "¡El Verbo se hizo carne! ¡Esta meditación si que me hace estremecer! tengo un pendiente con este mi Verbo, de tiempo atrás". (Diario T. 22, p. 160, 24 de marzo, 1906).

"Quiero que seas mía..., que me pertenezcas enteramente; que todos tus afectos sean para Mí; quiero limpio de todo polvo ese lugar de mi descanso; tu corazón" (Diario T. 22, p. 15, 23 de marzo, 1906).

Realización

Luego, sin énfasis, con una sencillez evangélica. Conchita describe esta gracia divina, anotando cuidadosamente este acontecimiento notable de su vida.

--"25 de marzo: La Encarnación del Señor.

"Me trajiste a estos santos ejercicios contra lo que la prudencia humana aconsejara; me has dado salud; me pediste luego, el primer día, los más grandes sacrificios del corazón, me pediste después que limpiara mi alma de todo polvo y afectos terrenos.  Me diste después dolor de mis pecados y ansias vivas por limpiarte cuanto antes mi pobre alma.  Todo esto ha pasado.  Ayer me confesé de todas las faltas de mi vida; pero esperaba para hoy día, año por año, que me ha hecho temblar, esperando un algo que me había prometido el Señor.  Yo me humillaba no más pensando que había sido soberbia mía aquello que hace ocho o nueve años me ofreció o pidió el Señor.  A las doce y cuarto me levanté y con la frente en el suelo felicité al misterio sublime de la Encarnación que tanto, no sé por qué, me ha encantado siempre.  A las cuatro y diez tomé las rosas (espinas) una hora.  Después quise hacer la meditación de la Encarnación y no pude nada, nada.  Tocaba hacer en los Ejercicios el de la Huída a Egipto.

Antes de la Misa, postrada ante el Sagrario me humillé cuanto pude, le pedí perdón, le renové mis votos, le ofrecí no llenar mi corazón de tierra como hasta aquí, y así vacía lo recibí en la comunión.  Quería decirle muchas cosas en el "lncarnatus" y no supe a qué horas fue. Conque en los primeros mementos de la Misa voy sintiendo a mi Jesús junto de mí y escuchando su divina voz que me dijo:

--"Aquí estoy, quiero encarnar en tu corazón místicamente.  Yo cumplo Io que ofrezco; he venido preparándote de mil modos y ha llegado el momento de cumplir mi promesa: Recíbeme".

"Sentí un gozo con vergüenza indecible. Pensé que ya lo había recibido en la comunión, pero como adivinándome continuó:

--"No es así; de otro modo además hoy me has recibido.  Tomo posesión de tu corazón; me encarno místicamente en él para no separarme jamás.  Sólo el pecado podrá alejarme de ti y te advierto que también toda criatura que lo ocupe mermará mi presencia real, digo, sus efectos, porque Yo no me puedo mermar".  Y continuó: "Esta es una gracia muy grande que te viene preparando mi bondad, humíllate y agradécela".

--"Pero Señor, me atreví a decirle, ¿qué lo que me habías ofrecido, lo que me habías pedido, no eran unos desposorios?

--"Esos ya pasaron: esta gracia es infinitamente mayor''.

--"¿Es el matrimonio espiritual, mi Jesús? "Es más, porque el matrimonio es una especie de unión más exterior; pero encarnar, vivir y crecer en tu alma, sin salir de ella jamás; poseerte Yo y poseerme tú como en una misma substancia, no dándome sin embargo tú la vida, sino Yo a tu alma, en una compenetración que no puedes entender, esta es la gracia de las gracias.  Esta es una unión mística muy grande y elevada, la más grande que puede existir y no es de otro modo la del cielo, salvo que entonces se descorre el velo de la divinidad, pero como la divinidad no se aparta de Mí, la unión, la estrechez de la nada con el todo, es lo mismo".

"Y sentía yo de veras una unión con El viva y palpitante en mi alma, con los efectos que deja la comunión, pero más intensos y le dije sin embargo:

"¡Ah, mi Señor, si será todo imaginación y mentira!" 

--"Por los efectos posteriores lo conocerás, me contestó, y prosiguió: qué fidelidad exijo de ti, llevarme siempre con presencia real, efectiva, en tu alma. ¡Oh qué gracia de predilección! Contigo he derrochado mis gracias porque en tu alma he tenido un fin".

"Pero si yo no merezco eso, mi Jesús.

--"Nadie lo merece, ámame, me decía su voz encantadora, imítame, no te apartes de Mí.  Esta clase de unión es muy honda, es muy íntima, y si tu alma me es fiel, será eterna.  Tú creías que te ibas a morir, y Yo te doy una vida nueva; aspírala, es de pureza, es santa, es la vida de tu Jesús, es El mismo que es la Vida, tu Verbo que desde toda la eternidad te amaba y te preparaba este día".

"Y yo siento el espíritu henchido de fresco, de paz, de una delicia infinita, pero, ¿será cierto? Si de veras yo me venía humillando de año en año con aquella promesa frustrada a mi parecer, que no entendía.  Mis lágrimas corrían y me parecía imposible semejante dignación, ¡Oh!, ¿qué hago, qué hago para corresponder? Señor, Señor, y qué haré sino humillarme y pedir a María que te dé gracias por mí e imitarla diciéndole en mi asquerosidad y pequeñez: "he aquí la esclava del Señor, hágase en mí según tu palabra"? (Diario T. 22, pp. 167-176, 25 de marzo, 1906).

Consecuencias

En el itinerario espiritual de Conchita la encarnación mística ocupa un lugar central.  De ahí la importancia de comprender todo su significado histórico: no únicamente su preparación y su realización, sino sus consecuencias para el resto de su vida; tocamos aquí uno de los más altos favores que Dios haya otorgado a su lglesia.  Conchita fue, desde luego, la primera beneficiaria; comprendió mejor el sentido pleno de su vocación y de su misión: ser víctima por la Iglesia en unión con Cristo Sacerdote y Hostia.  Toda la doctrina de Conchita tiene el sello de este carácter sacerdotal.  La encarnación mística realiza de una manera eminente el "sacerdocio regio"' de todos los miembros de la familia de Cristo.

--Al encarnar en tu corazón llevo mis fines, transformarte en Mí doloroso.  Debes vivir de mi vida y ya sabes que el Verbo encarnó para sufrir, no como Verbo, sino en mi naturaleza humana y en mi santísima alma.

"La madre da la vida a su hijo, comunicándole su substancia y Yo la daré a tu alma, pero dolorosa.  Esta unión en su mayor parte será de dolor, asimilándote Conmigo, si te dejas hacer.  Te espera una intima unión, un campo doloroso; recórrelo sin vacilar, que el Espíritu Santo será tu fortaleza.  El ha tenido parte y grande, en esta unión mística, pero real, con tu alma; corresponde y será feliz".

"Pero ¿yo qué hago, mi Jesús?

"Vivir de mi vida y dócil a mi voluntad.  Exijo de ti una suma correspondencia a todas y cada una de mis inspiraciones".

"Me da miedo, Señor.

--"Si me amas todo lo vencerás; si no te empolvas, serás mi descanso; y en la vida oculta, recogida y fiel percibirás mi voz que siempre te alentará".  Y yo sentía como nacer en mi una nueva vida, un total abandono, un desprendimiento de lo creado, un amor inmenso!" (Diario T. 22, pp. 192-194, marzo 26, 1906).

Inmediatamente después de la encarnación mística Dios le inspiró la "Cadena de Amor" que debe suscitar una elite espiritual consagrada totalmente a Dios al servicio de la Iglesia.

--"En cierto sentido eres altar y sacerdote al mismo tiempo, pues tienes contigo a la sacrosanta Víctima del Calvario y de la Eucaristía, la cual puedes ofrecer constantemente al Eterno Padre por la salvación del mundo.  Este es el fruto más precioso del grande favor que he obrado en ti al encarnar en tu corazón; te he dado lo más grande del cielo de la tierra, a Mí mismo pero con este fin.  Por esta causa quise que tú comenzaras la Cadena, porque ponía en tus manos un precio inmenso con que se compra el cielo.  Sola ¿qué podías hacer?, pero Conmigo y en mi unión muchos miles de almas con los méritos de este mismo precio pueden continuarla salvando a los hombres.  Tú nada tienes de ti misma, pero Conmigo lo tienes todo. ¿Ahora entiendes el por qué de la gracia pasada?"

--"Sí, mi Jesús adorado, ahora veo que para cumplir mi misión de salvar almas, solo teniéndote a Ti, ofreciéndote a Ti, lo conseguiría.

--"Tú eres mi altar y serás también mi víctima; en mi unión ofrécete y ofréceme a cada instante al Eterno Padre con el fin tan noble de salvar a las almas y darle gloria.  Olvídate de todo, hasta de ti misma y que ésta sea tu ocupación constante.  Tienes una misión sublime, la misión del sacerdote y mira a mi bondad y agradécela que, sin saberlo te he dado lo que tanto has anhelado y a fin más, el poder ser sacerdote, no teniéndome en tus manos, pero si en tu corazón y sin apartarme jamás.

"Pero cumple con el fin grandioso de esta gracia que como ves no sólo es para ti, sino universal, diré, obligándote a que con toda la pureza que puede existir seas al mismo tiempo altar y víctima la cual consuma en el holocausto que le plazca la otra Víctima, Única que puede salvar al mundo.

"También esta gracia es el eco de aquel grito de tu corazón que conmovió mis entrañas, haciendo venir al mundo las Obras de la Cruz, que son Obras de Salvación.  Tú me pedías que salvara a los hombres, y Yo he venido de nuevo a salvarlos por medio de estas Obras de tu corazón.   Millones de almas se unirán a este nuevo empuje de mi bondad y mi corazón tendrá un consuelo, mi Iglesia una ayuda, mi Padre gloria y el Espíritu Santo, almas" (Diario T. 22, pp. 409-413, junio 21, 1906).

Esta gracia de la encarnación mística, gracia de plenitud desbordante, será para Conchita la señal de luces extraordinarias llamadas a difundirse sobre la Iglesia entera. Cosa análoga aconteció con las gracias sublimes y los carismas que en la prisión de Toledo recibiera san Juan de la Cruz: después de las terribles noches místicas y de elevación a la unión transformante, salió trocado en un hombre nuevo, un santo, un maestro cuyas irradiaciones espirituales y síntesis doctrinales están llamadas a iluminar a la Iglesia hasta el fin de los tiempos.

Así también el Diario de Conchita en este período que siguió a la gracia de la encarnación mística es de una riqueza incomparable.  Sus grandes temas espirituales revelan una amplitud desconocida hasta aquí, abarcando en una síntesis viva y concreta los más vastos horizontes de los misterios de la fe.

Las leyes de la psicología religiosa nos descubren que existe en la vida de los grandes siervos de Dios un punto indivisible que Io aclara todo, que lo armoniza todo:

--En Isaías, la visión inaugural que reveló al profeta la trascendencia de la Santidad de Yahveh;

--en la Madre de Dios, el día de la encarnación del Verbo, en el momento de la Anunciación cuando María se convirtió simultáneamente por su "Fiat" en la Madre de Dios y la Madre de los hombres;

--en San Pablo, al convertirse en el camino de Damasco, Dios Padre le reveló la filiación divina de Jesús, y su identidad con todos los miembros de su Cuerpo místico.

--en Bernardita de Lourdes se produjo un sorprendente fenómeno de mimetismo: por sus actos, expresiones y sentimientos interiores, el cuerpo, la sonrisa y el alma de Bernardita se transforman como en un reflejo de la Inmaculada. Bernardita misma decía: "Deseo vivir como la visión" manifestando así el secreto de su santidad.

Sabemos también por medio de la "Historia de un alma'' que en la festividad de la Santísima Trinidad Dios se manifestó a Teresa de Lisieux con un rostro resplandeciente de Amor y de Misericordia, fundamento dogmático de la infancia espiritual que ha inducido a multitud de almas a ofrecerse, como Teresa, al Amor Misericordioso como respuesta total de amor.

La encarnación mística, el 25 de marzo de 1906, fue para Conchita la "gracia central" de su vida, la clave de su doctrina espiritual y de su misión en la Iglesia de Dios.

Podía concluir al finalizar sus "ejercicios espirituales": "Parece que despertó mi alma de un sueño. Parece que al introducirse mi Verbo en mi alma me ha introducido en una nueva morada más secreta y escondida, más íntima y luminosa en donde habita el Amado...

"Vuelvo a mi casa a cumplir mis deberes y a ver criaturas que me roban tu tiempo y a tener cierto contacto indispensable con el mundo. Pero así lo quieres Tú, así lo quiero yo.

"Vine sola y me voy con El..." (Diario T. 22, pp. 254-256, 30 de marzo, 1906).


 

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