CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

"Sentí en mi alma el Bisturí Divino"

A través de sufrimientos y alegrías cotidianas, sin llamar la atención en su vida de viuda, llena de sencillez, entregada totalmente a la educación de sus hijos, Dios perseguía en esta alma de elección su obra de purificación y de unión, y preparaba en ella un modelo para los hogares cristianos.  La muerte de su marido la había destrozado: "He sentido el bisturí divino en mi alma cortando todo Io que la ataba a la tierra".

Inmediatamente comprendió que debía acercarse más a Dios.  Ese es el verdadero sentido de la vida. "Me impulsa la gracia poderosamente a emprender en mi nuevo estado una nueva carrera de perfección, de sacrificios, de soledad, de vida oculta... Entiendo que el Señor quiere purificarme para hacerme más de El" (Diario T. 17, p. 229, 27 septiembre 1901).

"En un abrir y cerrar de ojos ha cambiado la vida para mí, he volteado una hoja en el libro de mi existencia... Ahora palpo cuánto mi corazón estaba pegado a la tierra, cuánto amaba a mi marido, aunque con un amor verdaderamente puro y santo, mas no aquilataba, ni siquiera me imaginaba su intensidad, hasta que lo perdí... En mi vida de hija de familia encuentro muchos lunares, en mi vida de esposa mucho también de qué arrepentirme: no he sabido ser hija ni esposa; a ver si en mi nuevo estado me santifico.  A ver si en la viudez sigo la perfección y me hago santa cumpliendo con los sagrados deberes de madre". (Diario T. 17, p. 247, 9 octubre 1901).

Su camino de perfección no es el de una religiosa, sino el de una madre, en todo el sentido de la palabra.  Por ahí Dios la elevará rápidamente hasta las más altas cumbres de la santidad.


 

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