CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

Apóstol de la Cruz

El monograma que vino a transformar su vida personal preparó a Conchita para su vocación de apóstol de la cruz.  En la inscripción del santo Nombre de Jesús sobre su pecho realizada por santa Juana de Cantal y por Conchita es notable el sentido diferente de este gesto de amor. Para una era la afirmación suprema de su amor único a Cristo Jesús; para la otra, la explosión inesperada y por decirlo así, la irrupción al exterior de su fuego interior, de su indivisible amor a Dios y a los hombres. Con razón su familia religiosa tiene como fecha del nacimiento de las Obras de la Cruz la del monograma.

Algún tiempo después del monograma, estando Conchita en oración en la Iglesia de la Compañía de Jesús, en San Luis Potosí, su ciudad natal, de repente se le apareció el Espíritu Santo, el que es el Amor, iluminado y abarcando desde la cumbre todas las Obras de la Cruz.

"Estaba recogida, cuando de repente veo un inmenso cuadro de luz vivísima y más clara en su centro.  Luz blanca, qué raro, y encima de este mar o abismo de luz miles de rayos como de oro y fuego, vi una paloma blanca, extendidas sus alas, abarcando no sé cómo todo aquel torrente de luz".

"Lo vi todo muy claro, puesto que era luz, pero entendí ser visión muy alta y oscura, profunda y divina.  Me quedó una impresión de suavidad, de paz, de amor, de pureza y humildad: ¡qué voy a saber explicar la inexplicable!"

"A los dos o tres días de esta visión o cosa que no supe explicar voy viendo una tarde en la misma iglesia de la Compañía -- ¡feliz tarde! -- otra vez una paloma blanca en medio de un gran fuego como de rayos de luz claros y brillantísimos.  En el centro estaba la palomita otra vez con las alas extendidas y bajo de ella en el fondo de aquella inmensidad de luz una cruz grande, muy grande, con un corazón en el centro" (Aut. I, 221-213).

"Parecía que flotaba en un crepúsculo de nubes como con fuego dentro.  Debajo de la cruz salían miles de rayos de luz los cuales no se confundían ni con la luz blanca de la palomita, ni con el fuego de las nubes.  Eran como tres tonos de luz -- ¡qué encanto! -- El corazón era vivo, palpitante, humano pero glorificado; estaba rodeado de fuego como material, parecía movible, como dentro de una hoguera; y por encima brotaba de él otra clase de llamas como lenguas de fuego de más calidad o grados, diré.  Además estaba el corazón rodeado de rayos luminosos como anchos al principio y delgados al fin, sin confundirse con las llamas que quedan debajo, con la sombra de luz o disco brillantísimo que lo rodea.

"Las llamas que brotaban para arriba del corazón subían con violencia como despedidas con mucha fuerza, cubriendo y descubriendo la cruz chiquita plantada en el corazón.  Las espinas que rodeaban el corazón dolían al ver como lastimaban aquello tan delicado y tierno.

"Puedo así descifrar todo esto porque en incontables ocasiones de día y de noche se me presentaba esta hermosa cruz, aunque sin la Palomita. ¿Qué será esto?, me preguntaba, ¿qué querrá el Señor?  Le di cuenta a mi director y primero me dijo que no hiciera caso y después, yo creo inspirado de Dios, me escribió un papel para mi alma y me decía: 'Tú salvarás muchas almas por medio del apostolado de la Cruz'.  El se refería a que por mis sacrificios unidos a los del Señor, pues nunca le ocurrió que éste fuera el nombre de la Obra. Pero yo al leer esto no sé qué sentí, comprendiendo después que este nombre debía llevar la grande Obra que iniciaba el Señor y de la que hablaba ya" (Aut. I, p. 213-214 ).

Dios acababa de escoger a esta joven casada y madre de familia, simple seglar, para recordarnos el misterio de la salvación del mundo por la Cruz.  El Señor le dijo: El mundo se hunde por el sensualismo; y el sacrificio ya no se ama casi ni se conocen sus dulzuras". "Quiero que reine la Cruz y hoy se presenta al mundo con mi corazón para que éste, sirviendo de anzuelo, las atraiga al sacrificio" (Aut. I, p. 216). "No hay amor sólido sin cruz, me decía, y sólo en el Corazón de la Cruz se puede gustar de las inefables dulzuras de mi Corazón.  Por de fuera la Cruz es áspera y escabrosa pero comiéndola, penetrándola y empapándose de ella no existe mayor dulzura, porque ahí está el descanso del alma enamorada, su delicia, su vida" (Aut. I, p. 217-218).

Y en seguida el anuncio profético de las Religiosas de la Cruz, consagradas totalmente a una vida de inmolación por amor: "Una mañana que estaba haciendo mi oración repentinamente se presentó a mi vista interior una inmensa procesión de religiosas con una gran cruz roja en la espalda. Iban en fila de dos en dos y tardaron en acabar de pasar" (Aut. I, p. 221 ).

A toda la lglesia debe ser anunciado el mensaje de la Cruz: "Sí, este Apostolado de la Cruz se extenderá por todo el mundo y me dará mucha gloria" (Diario T. 2, p. 2).  En fin el Señor revela a Conchita que tendrá que continuar en la Iglesia la obra de santa Margarita María; e inmediatamente lo comunica a su director: "Me da vergüenza mentarle esto, padre mío, porque volvió Jesús a recordar a Margarita Alacoque.  Dijo que a aquellas personas las había escogido para una cosa y a otras para otra, a unas para dar a conocer al mundo el Amor, y a otras para el Dolor. Usted me entiende" (Diario T. 3, 89, mayo 4, 1894).

En una carta al Padre José Alzola, Provincial de los jesuitas, Conchita precisará un poco después: "El Apostolado de la Cruz, que es la obra que continúa y completa la de mi Corazón que fue revelada a la beata Margarita.  Dile que no se trata solamente de mi Cruz externa como el divino instrumento de la redención; que esta Cruz que se presenta al mundo es para atraer a las almas a mi Corazón clavado en ella; que lo esencial en esta Obra es dar a conocer los dolores internos de mi Corazón, los cuales no son atendidos y fueron para Mí de mayor pasión que la que mi Cuerpo padeció en el Calvario por su intensidad y por su duración y que aún continúan místicamente en la Eucaristía.  Dile que hasta este día el mundo conoce el amor de mi Corazón demostrado a la beata Margarita, pero que reservaba para estos tiempos el dar a conocer su dolor, el cual mostré entonces sólo con las insignias y superficialmente.  Dile que se debe ahondar en este mar sin fondo de amargura y darlo a conocer al mundo, haciendo que se una el dolor de los fieles al inmenso de mi Corazón, pues que se desperdicia esa riqueza en su mayor parte y quiero que se aproveche por medio del Apostolado de la Cruz en favor de las almas y consuelo de mi Corazón".

"Hará un mes, entre el día, de repente me dijo: "La Obra de la Cruz es la continuación de las revelaciones hechas a la beata Margarita" (Carta al Padre José Azola, S.J. 14 de noviembre, 1899).


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