CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

Como cuando salen las estrellas
en el cielo...

Conchita nota los efectos que en ella producen estas luces de Dios en la noche de su "soledad".

"Al estar recibiendo esas cosas altas de la Trinidad siento que como cuando salen las estrellas en el cielo, van brotando en mi alma, en mi entendimiento, en no sé donde, misterios y luces y primores de esa eterna Trinidad, abismándome en sus profundidades y deslumbrándome sus resplandores" (Diario T. 50, p. 79, diciembre 27, 1927).

"¿Por qué será que al tocar algo de la Santísima Trinidad me invade Dios de una luz clarísima? Lo que alcanzo a decir con el impulso de Él es como sombra, pero el piélago se me queda dentro" (Diario T. 64. p. 11, octubre 15, 1935).

La vida espiritual es una espiral ascendente de luces y de sombras. Conchita experimenta este admirable contraste y escribe:

"Siento en mi alma como con mucha claridad los misterios, sobre todo el de la Santísima Trinidad; como si alzaran un velo ante mi vista, como si un foco vivísimo de luz me iluminara de repente unos arcanos insondables, en donde contemplo muy claro, muy hondamente, muy por menudo, diré, el abismo de perfecciones en Dios.

"Esto por un lado, y por otro penas desoladoras y dolores íntimos. Amo a Dios pero con amor de lágrimas. ¿Pero cómo puede ser esto si lo siento tan cerca y debía estar feliz?" (Diario T. 55, p. 28-129, mayo 20, 1929).

"¿Por qué tengo al mismo tiempo dolor en medio de la luz?

Y el Señor le da la clave del misterio:

"Porque así lo tuve Yo en la tierra, luz y dolor, amor y dolor, gozo y dolor" (Diario T. 55, p. 195, mayo 27, 1930).

No hay que pensar que la intimidad con la Trinidad en esta vida se consuma en una felicidad sin sombras, preludio del cielo.

La santidad auténtica es la configuración con Jesús que siendo Uno con el Padre consuma su vida en el abandono y desamparo de la Cruz. El Amor es oblación, inmolación, servicio, donación de la vida para redención de muchos.

La consumación de la vida espiritual se encuentra en la "perfecta alegría" de la donación plena al misterio de la Redención del mundo por la Cruz.


 

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