CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

Trinidad y Encarnación Mística

La doctrina de los místicos está en íntima relación con su vida, y su experiencia de Dios es la realización de la misión que el Espíritu Santo les ha asignado.

Si Conchita recibe grandes luces no es directamente en orden a una enseñanza que comunicar o un magisterio que ejercer, sino para que pueda vivir en profundidad su propia gracia, para llegar a la santidad a la que Dios la llama, para bien espiritual de muchas almas.

La gracia eminente de la encarnación mística va a matizar su intimidad con las Divinas Personas. Esta gracia, hemos dicho, es una gracia de transformación en el Verbo Encarnado glorificador del Padre y Redentor de los hombres, en Cristo sacerdote y víctima. Gracia que realiza lo mas íntimo y constitutivo de la existencia cristiana, ya que el Padre "nos ha predestinado a reproducir la imagen de su Hijo (Rm. 8, 29) y de esa manera poder ofrecer nuestros cuerpos como una víctima viva, santa, agradable a Dios, un culto espiritual (cfr. Rm. 12,1). Bajo el signo del Hijo toda la Iglesia entra en comunión con la vida íntima de la Trinidad.

La "gracia central" de Conchita supone, por su misma naturaleza, relaciones personales con cada una de las Divinas Personas. Es una gracia eminentemente trinitaria.

"En las encarnaciones místicas del Verbo no creas que estoy solo sino que estamos toda la Trinidad de Personas Divinas, pero operando cada persona en orden a sus propiedades: el Padre, como Padre, engendrando; el Verbo como Hijo naciendo; y el Espíritu Santo fecundando esta divina acción en el alma" (Diario T. 49, p. 5-6, septiembre 22,1927).

De esta acción de la Trinidad que configura a Cristo Sacerdote y Víctima surge la necesidad de vivir en perfecta identificación con sus sentimientos íntimos en una constante ofrenda de amor. Ofrecer a Cristo y ofrecerse con Él al Padre bajo el impulso del Espíritu Santo para la salvación de los hombres, es el acto propio y característico de la encarnación mística.

Para que Conchita pueda vivir conscientemente y plenamente su gracia central el Señor le manifiesta la manera concreta y práctica de vivir en la intimidad de las divinas Personas.

"La Cadena de Amor"

"Yo desde que encarné en el seno purísimo de María compraba gracias y quiero que tú, transformada en Mí, viviendo de mi vida no hagas ya otra cosa. Debes olvidarte de ti y de día y de noche ofrecerlo todo por la salvación y perfección de las almas.

"Mira, vas a hacer una Cadena; cada hora de tu vida será un eslabón de oro, ofreciéndola con esa intención; quiero que no se corte hasta tu muerte.

"Esa Cadena comenzó en Mí, la cadena de expiación en la tierra se cambiará en gracias. Yo comencé esa cadena en mi Encarnación y como un reflejo de ella y en tu corazón he querido asociarte a ti por mi pura bondad".

"La Cadena es "vivir en Cristo Jesús" con sus mismas intenciones de salvación. El principio que anima todo es el Amor.

"Todas las virtudes que no vayan envueltas con el amor no se engastarán en mi cadena. Sí, mía: Cadena de Amor que ató al Verbo en la tierra y que las ingratitudes no han podido romper. ¿Y quién crees que la envió a la tierra? El Espíritu Santo en el día de la Encarnación en María". (Diario T. 22, p. 399-400, junio 4, 1906).

"Eres altar y sacerdote al mismo tiempo, pues tienes contigo a la sacrosanta Víctima del Calvario y de la Eucaristía, la cual puedes ofrecer constantemente al Eterno Padre por la salvación del mundo" (Diario T. 22, p. 409, junio 21, 1906).

A la oblación de Cristo al Padre debe unir su propia oblación.

"Debes hacer el oficio de sacerdote pero sacrificándote al mismo tiempo. Ese es el verdadero sacerdocio, ser víctima con la Víctima". (Diario A. 23, p. 90, julio 17, 1906).

La Cadena de Amor comienza con la inserción personal y consciente en la vida íntima de Dios comunicada al hombre desde el bautismo, gracia de adopción filial que exige la identificación progresiva con Cristo Sacerdote, centro de todo el designio salvífico del Padre. Lo que impresiona cuando se reflexiona como teólogo sobre la espiritualidad de la Cruz es el hecho de que brota de la esencia misma del cristianismo.

La vida íntima de Dios que es Padre, Hijo y Espíritu Santo se manifiesta en su actitud hacia nosotros. Dios es Amor que se difunde y se desborda libre y gratuitamente para salvar lo que había perecido; para superar el obstáculo que la libertad había levantado a la expansión del Bien divino.

El Padre por amor nos da a su Hijo. El Hijo por amor nos da su vida. El Espíritu Santo es al mismo tiempo el principio en Dios y el fruto en nosotros del designio salvífico. La Cruz gloriosa es la suprema epifanía del misterio del Dios vivo.

Esta revelación es Palabra dirigida al hombre que por su propia naturaleza es interpelación, llamamiento, exigencia amorosa de respuesta. Cuando el hombre, bajo la iniciativa de Dios se abre a su acción, surgen en él relaciones vitales de diálogo que corresponden al movimiento del Amor descendente.

"La caridad ha sido difundida en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado" (Rm 5,5) nos impulsa a identificarnos con Cristo en su actitud de entrega y oblación en favor de todos los hombres para glorificar al Padre de quien todo bien procede y de esta manera se restablece el flujo y reflejo del bien divino comunicado al hombre. Es una cadena que nos ata con Dios, no es una cadena de esclavitud o de pura dependencia de criatura, es una "Cadena de Amor".

He aquí en síntesis la vivencia fundamental de la existencia redimida de los miembros del Cuerpo Místico de Cristo, experiencia vivida de la encarnación mística, que se consumara en la Unidad de la Trinidad.

La Cadena de Amor es también el ejercicio del sacerdocio espiritual por el cual "todas las obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso del alma y del cuerpo, si se realizan perfectamente en el Espíritu, mas aún las molestias de la vida si se soportan pacientemente, se convierten en hostias espirituales aceptables a Dios por Jesucristo" (L.G. No. 34; cfr. I P 2,5).

Este sacerdocio espiritual encuentra su culminación en la celebración de la Eucaristía "participando del sacrificio eucarístico, fuente y cumbre de toda la vida cristiana (los fieles) ofrecen a Dios la Víctima Divina y se ofrecen a sí mismos juntamente con ella" (L.G. No. 11).

Es evidente que en la medida en que la vida cristiana se intensifica, el sacerdocio espiritual se reactualiza con mayor calidad y perfección hasta llegar a ser un contacto vivo y continuo con las Divinas Personas.

"Tú tienes que vivir en un comercio continuo con la Trinidad"

"Tú tienes que vivir en un comercio continuo con la Trinidad, unida a las tres Divinas Personas, por la gracia de la encarnación mística:

-  con el Padre, ofreciéndole a su Verbo,
-  con el Hijo, agradando al Padre, y, 
- con el Espíritu Santo haciendo de Él tu espíritu, tus sentimientos y cuanto eres, transformándote por medio de su posesión.

"Entre estas Divinas Personas debes vivir, respirar y obrar. Ellas deben formar tu atmósfera, tu aliento, tu existir: así se santificará tu vida y cuanto eres, endiosando todo tu ser y tu camino para el cielo.

"Debes de hoy más vivir en esa intimidad de la Trinidad y de ella tomar luz, tino, fortaleza, gracia y cuanto necesites para llevar a cabo tu misión en la tierra.

"No debes dejar en su trono y allá lejos, como quien dice, esta Trinidad de Personas, sino vivir, respirar y ser en su seno, bajo su fecunda influencia, al calor de su Divinidad, a la sombra de su gracia.

"Si eres propiedad del Espíritu Santo y Él te posee no puedes separártele y antes bien tienes que estar unida intrínsecamente con el Padre y el Verbo.

"Si en tu alma se ha obrado la encarnación mística, ahí, atraídos por el Verbo se encuentran el Padre y el Espíritu Santo y si de esta manera tan íntima el Espíritu Santo, el Verbo te endiosan y absorben todo tu ser, el Padre tiene por derecho que presidir estas operaciones, uniéndote a Él, de quien es toda fecundidad y poder, atrayéndote con filiación especial y absorbiéndote en su eternidad de perfecciones.

"¡Oh, y cuánto debes a la Trinidad tú, pobre criaturita de la tierra! Vive una vida toda divina, no dejando a tu alma empolvarse y pasando por el mundo dejando una estela de virtudes y buenas obras, tras de ti. Si de esta manera divinizas tu vida, las gracias que alcances para las almas serán copiosas y me darás mucha gloria" (Diario T. 35, p. 442-445, junio 11, 1911).

"Contemplo los abismos de la Trinidad"

El contacto continuo, la vida de intimidad con las Divinas Personas trae consigo el aumento de los principios dinámicos de la vida espiritual. El Espíritu Santo por su acción santificadora e iluminante perfecciona las virtudes teologales y por la connaturalidad del amor da una cuasiexperiencia de Dios vivo.

"Con esas luces que me ponen el alma absorta en un instante, contemplo los abismos, los primores de esa Trinidad benditísima, de una manera especial, honda, inexplicable; ya en su unidad, ya en su esencia, ya en su eternidad, ya en su generación eterna, ya en el plan de la Redención, ya en sus atributos, en su felicidad, en sus perfecciones infinitas...

"La miro, toda una sola esencia de perfección en las múltiples perfecciones mismas...

"A veces la veo como un prisma, un cristal en el que se reflejan todos los colores de la luz, sólo que en Ella, esa Trinidad Santísima, no es reflejo, sino la Luz misma...

"¡Oh!, qué cosas tan bonitas siente el alma en estas honduras de luz o alturas diré, al comprender un átomo de lo incomprensible.

"Otras veces la veo como un inmenso mar de gracias, con mil ríos que salen de él, y vuelven a perderse en él... sólo que Ella es la gracia misma, de donde salen todas las gracias...

"La contemplo también como una lindísima fuente con mil cambiantes y preciosos juegos de agua que después de encantar a la misma Fuente y a todos cuantos puedan verlos, vuelven a perderse, a confundirse en el agua de la misma Fuente...

"Asimismo contemplo las perfecciones en la Santísima Trinidad, sus lindezas, sus bellezas, sus primores que salen de Ella sin salir, y vuelven a Ella sin volver, enamorándola con sus mismos primores...

"Y por fin, ni es fuente, ni es prisma, ni es mar: es todo esto y todas las cosas juntas, sin pasado ni futuro. Ella vive y se mueve y es feliz en su misma Vida, Ser y dicha eterna...

"¡Oh, y qué grande es la Santísima Trinidad! qué bella en su Unidad de substancia! Me hace el Señor ver como son tres Personas, pero divinas, siendo su esencia, su substancia una sola Divinidad, porque dice que no hay muchas divinidades sino una Divinidad que la forma la substancia eterna de perfecciones" (Diario T. 23, p. 104-107, julio 19, 1906).


 

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