CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

Las primeras experiencias

La vida de la gracia es un progreso incesante. Al principio no aparece aún con claridad el aspecto característico y personal de Conchita en sus relaciones con las Divinas Personas. He aquí cómo describe sus primeras experiencias.

"He tenido en algunas oraciones puntos inexplicables de conocimiento de Dios (no sé cómo decir) en la Santísima Trinidad... de sentir cómo es (no de entenderlo) digo como un trasunto de su esencia purísima en aquel conjunto-unidad... en su generación eterna... en sus atributos e inmensidad... bondad... justicia... pero todo esto en un punto, punto de luz interior con suavidad inexplicable, no suavidad de otras oraciones, sino más elevadas y puras que saca el alma o la suspende pero con un claro conocimiento de aquella en que se ve envuelta, olvidada de todo, hasta de sí misma.

"Sufro al ver ciertas pinturas que representan a la Santísima Trinidad, ¡Oh que no es eso lo que yo siento! Dios es luz, es pureza, es aroma divino, conjunto de hermosura, el foco de toda la perfección, la paz; es candor, es amor, amor, amor, felicidad incomparable, eternidad sin tiempo, un punto que todo lo abarca y absorbe, deslumbrador, majestuoso y suavísimo que todo lo atrae y siempre se da... sin gastarse lo más mínimo.

"Oh, esa eternidad sin tiempo la tengo en el corazón muy grabada; ese Dios, Dios tres veces santo, santo, santo, que no lo comprendo pero que lo siento... ¿quién será capaz de decir lo que es si ni en el cielo hay lenguaje para explicarlo?

"A mí me da miedo sentir esto, pero me veo envuelta de repente en este océano de primores, en esa eternidad de hermosura y felicidad propia. Yo veo, diré, comunicarse las tres Divinas Personas, aquella complacencia eterna que se produce siempre (diré para explicarme) y en cada instante al contemplarse en sí mismas... Siento o veo con el alma (no sé cómo decir) un abismo eterno de eternas perfecciones, siempre vivas, en que se gozan las tres Personas divinas. Las tres tienen, me dice el Señor, la felicidad purísima de la comunicación. Son tres Personas pero una sola substancia divina, iguales en poder, sabiduría, bondad y demás atributos!...

"¡Oh, qué grande es Dios!, ¡qué bueno!, ¡qué santo!, ¡qué purísimo! Es todo amor y aquí se compendia cuánto pueda decir" (Diario T. 10, p. 153-156, mayo 14, 1898).


 

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