CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

"El Claustro Interior"

¿Dónde encontrar el secreto de su vida interior? Indudablemente en el amor de Dios y su increíble amor a Cristo.  Su vida cotidiana está transfigurada por la fe.  Exteriormente no hay en ella nada que suscite admiración.  Es una mujer cuya existencia se asemeja a las demás. Dios está forjándola como un modelo para las mujeres de hoy que viven en su hogar, en su ambiente de trabajo y en sus ocupaciones cotidianas, con sencillez evangélica, fieles a todos sus deberes, generosas, a menudo heroicas, sin sospecharlo siquiera.  Es un tipo nuevo de santidad femenina, que necesita el mundo actual.  El Señor lo decía a Conchita: "Quiero hacerte santa y que sólo Yo lo sepa; por esto te cuido, te aviso, te dirijo y por ti velo.  Te quiero espejo de virtudes ocultas, nada exterior, que estoy cansado de este escollo en que perecen o detienen muchas almas que debieran ser mías.  Tú sí serás mía si me oyes, si te pisas, si todo lo traspasas, si te detienes, en fin, si con tus ojos y tu corazón fijo en Mí haces siempre lo que Yo quiero de Ti" (Diario T. 6, p. 14, 19 abril. 1895).

El Maestro sabía que su humilde sierva, en respuesta a su llamado, caminaría siguiendo sus huellas por las sendas de una vida oculta.

"Quiero, sin embargo, ser santa: esta infinita aspiración no me deja a pesar de palpar mi miseria, pero llena mi alma el deseo, el grande anhelo de santidad de esta manera, y así se la pido al Señor con toda la vehemencia de mi corazón.  Quiero una santidad oscura como entre las tinieblas de la noche, de modo que sólo Dios la vea.  Quiero que la luz sólo haga ver en mi alma una cosa despreciable y fastidiosa; todavía más: arde mi corazón con el deseo de que el mundo me tenga por el 'desecho de la plebe, el oprobio de los hombres, 'gusano y no hombre' (Ps. 22,6). (Diario T. 10, p. 18, 19 septiembre, 1897).

Para poder permanecer unida con Dios en medio de las agitaciones exteriores y de sus deberes cotidianos Conchita se refugia en su "claustro interior", como santa Catalina de Siena en su "celda interior" en la que volvía siempre a encontrar a Cristo por la fe y el amor. Bajo formas diferentes se trata de las mismas consignas de unión, que Cristo da a todos sus discípulos, como en otro tiempo en su discurso de despedida a sus Apóstoles: "Permaneced en mi amor. Permaneced en Mí y Yo en vosotros... Sin Mí nada podéis hacer" (Jn. 15,4-5). No cesaba de repetir a Conchita: "No quiero que te derrames en el exterior de las criaturas, no, tu misión es otra, a la cual debes corresponder fidelísimamente. No más conversaciones ni pensamientos vanos, tu vida debe estar encerrada en el santuario de tu alma, todo interior, porque ahí reside el espíritu Santo... Dentro de ese santuario debes vivir y morir. Ahí tus delicias, tus consuelos, tu descanso, no lo busques en otra parte porque no lo encontrarías puesto que para él te crié muy especialmente.  Entra pues hoy dentro de tu alma, dentro de esas regiones desconocidas para muchos y en donde está la felicidad que soy Yo; entra para no salir jamás.  Allá te conducirá un camino: el de la modestia, recogimiento y silencio; no existe otro... Enciérrate en ese claustro interior del que tantas veces te he hablado y ofrecido que María será tu Maestra... Ahí encontrarás al que es todo pureza y sentirás el ensanchamiento de esta virtud en toda su plenitud.  Ahí alcanzarás el reflejo divino con la pureza del alma.  Ahí te esperan los dones y frutos del espíritu Santo para santificarte y dar por tu medio gloria a Dios.  Ahí tomará tu alma alas y fuerzas para hundirte en aquella inmensidad de Dios que algo conoces.  Un campo muy vasto de virtudes te espera ahí para que las practiques y entiendas, crucificándote.  Ahí está tu claustro... tu perfección religiosa; no basta encerrar el cuerpo para ser religiosa... El encierro interior es el esencial para la santificación del alma que quiere ser mía... no debes salir nunca de ese santuario interior, aún en medio de tus obligaciones exteriores.  Este continuo recogimiento interno se te facilitará a medida que lo practiques y la presencia de Dios que esto produce te ayudará grandemente para tu santificación...

"¿Quieres la perfección para acercarte a Mí? Pues aquí tienes el camino práctico para alcanzarla.  El alma limpia y recogida vive en Mí y Yo en ella; pero no en el ruido y la vanidad, sino en la soledad interior y en el sacrificio de su propio desprecio.  Acá está, en este santuario que nadie ve, la verdadera virtud y por tanto la mirada de Dios y la morada del espíritu Santo" (Diario T. 9, p. 387-390, agosto 15, 1897).


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