Vida y Espiritualidad de Félix de Jesús Rougier


Misioneros del Espíritu Santo
Vida y Espiritualidad del
Venerable Félix de Jesús Rougier, M.Sp.S
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Ricardo Zimbrón L., M.Sp.S.

 

 
 
   
  
   
  
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CAPÍTULO IV

LA CRUZ DE LA OBEDIENCIA
 

Mientras el padre Félix preparaba su viaje a Francia, sucedió un incidente lamentable, a causa de unas cartas que escribió a su hermano Manuel, que era también sacerdote Marista y estaba trabajando en las misiones de Oceanía. 

Lo que sucedió fue que el buen padre Manuel se alarmó ante las confidencias cada vez más extrañas de su hermano Félix. Pensó que estaba cayendo en un peligroso engaño y que lo mejor sería enviar todas esas cartas al Superior General, dándole además su propia opinión sobre el asunto. 

Naturalmente, el padre Manuel escribió también a su querido hermano. La carta está fechada el 26 de abril, pero el padre Félix la recibió en México hasta el 19 de mayo: 

"Muy querido Félix: En estos días he recibido tus cartas, y ahora entiendo lo suficiente para poder hablarte con franqueza, como hermanos. 

Le mandé todas tus cartas al Superior General para que se oriente y tenga luz para darte una respuesta acedada en esta cuestión de capital importancia para ti. Espero que me perdones, no viendo en mi modo de proceder sino el sincero deseo que tengo de que únicamente hagas lo que Dios quiere de ti. 

Siempre he visto que tu juicio está influenciado por una viva imaginación más que por el sentido práctico. Me parece que vas por un camino equivocado, que estás bajo el influjo de un espejismo, como hipnotizado. No te dejes engañar. No hagas caso de visiones, apariciones, santas religiosas, etc. No cambies tu camino. Es verdaderamente admirable todo lo que estás haciendo en nuestra parroquia en México. Nunca harás más bien del que ahora estás haciendo..." 

El padre Félix anotó en su diario: 

"Hoy recibí una carta de Manuel, en la que me trata como alucinado. Creerá que estoy loco. 

Ofrezco a Jesús esta pena y siento gozo interior al tener algo que ofrecerle. 

Me dice Manuel que mandó mis cartas al R.P. General. ¿Qué habrá pensado? ¿Qué comentarios le habrá hecho Manuel? 

¡Ah, hermano, te perdono de todo corazón!" (Diario. 19 de mayo 1904). 

Al día siguiente, el padre Félix escribe esta carta a su Superior General: 

"México, 20 de mayo de 1904. Reverendísimo padre: Gracias por su carta del 20 de abril, en la cual me concede permiso de ir a Francia. Tengo, en efecto, que hablar largamente con Ud. de cosas muy importantes que no puedo tratarle por carta. Manuel me ha escrito, y me dice que le ha mandado a Ud. las cartas que yo le envíe a él; y me trata como a un pobre loco. Espero que el juicio de Ud. sea muy diferente. En todo caso, yo seguiré, como siempre, el camino regio de la obediencia. 

Si la obra a la cual quiero consagrar mi vida es de Dios. Él abrirá caminos. Pero si después de haberme oído, Ud. me dice que estoy equivocado, y me envía al lugar más humilde, yo iré sin vacilación, alegremente, feliz por obedecer. No empezaré nada sin su aprobación; ni haré nada sin la bendición del Vicario de Cristo". 

Por su parte el Superior Provincial, le escribió también al padre Félix: 

"Por lo que he sabido, entre las razones que Ud. tiene para ir a Francia, la principal es que Ud. se cree llamado por Dios a una Obra especial. Siento mucho no haber podido ir a México para hablarle de este asunto. No sabía yo que Ud. estuviera tan resuelto a llegar hasta el fin. Lo creía más firme en su vocación de Marista, que es más segura que la que Ud. cree haber recibido por un nuevo llamamiento de Dios. Creo que yo le debería haber prohibido a Ud. la dirección de esas religiosas. Temo que el demasiado cuidado prestado a esa comunidad lo haya hecho descuidar la obra principal, que es la buena dirección de la parroquia que se le confió. 

Con pena, como Ud. debe comprender, pero en cumplimiento de mi deber, he escrito en este sentido al R.P. General" (P. Descreux, 1º. de junio 1904). 

El padre Félix, le contesta al Superior Provincial explicando su caso y aclarándole muchas cosas. Su carta termina así: 

"Finalmente, permítame aclararle algo sobre lo que Ud. me dice acerca de mi vocación de Marista. Estoy muy apegado a mi vocación, pero, si mi nuevo Llamamiento es juzgado auténtico, estoy más apegado a la voluntad de Dios. Con todo, si el Revmo. Padre General, después de haberme escuchado me dice que estoy equivocado, que soy un iluso, que no le vuelva a hablar nunca de esto, y me manda a Oceanía; yo le aseguro que no vacilaré un segundo. En la voluntad de mi Superior veré la voluntad de Dios y alegremente iré a morir a cualquier isla perdida en el Océano". 

Por último, el Superior General, al recibir los informes desfavorables del padre Manuel y del padre Descreux (Provincial), escribió también de inmediato al padre Félix una carta que llegó a México cuando éste había ya partido rumbo a Francia. Está escrita el 1º. de julio, y en ella se pueden observar que varios aspectos del asunto habían sido mal interpretados: 

"He sabido que usted está dando pasos para pedir a Roma la dispensa de sus votos, y dice que de parte mía no hay ningún obstáculo para hacerlo así. 

Hasta que Ud. obtenga realmente esa dispensa yo seré su Superior, y por eso, mientras pueda, tengo que cumplir mi deber para con Ud. 

No entiendo por qué pretende Ud. cambiar su vocación de Marista por la de sacerdote secular, puesto que anteriormente Ud. se había mostrado siempre muy apegado a su vocación de religioso. Creo que se está dejando llevar por ciertos triunfos o por ciertas alabanzas, y ya no le parece apropiado para Ud. el ideal Marista de vivir "ignorados y ocultos en este mundo". Pero, ¿será una luz de lo alto lo que le hace ver así las cosas? Obre con rectitud y pida a la Sma. Virgen que le haga conocer el verdadero camino que lo debe conducir al cielo. 

Le mando, pues en virtud de santa obediencia, que antes de dar cualquier otro paso para obtener la dispensa de sus votos, haga ejercicios espirituales durante nueve días con los Trapenses de Dambez o con los de Sept Fonts; y si después de esto Ud. cree que Dios lo quiere así, e insiste en pedir a Roma la dispensa de sus votos religiosos, no solamente no pondré ningún obstáculo para ello, sino que le ayudaré en todo lo que pueda" (P. Antonio Martin, Sup. Gn.). 

Como ya dijimos, el P. Félix nunca recibió esta carta que se encuentra en los archivos de los padres Maristas, porque había salido el 15 de julio en el tren de Veracruz, y al día siguiente se embarcó hacia Francia en el vapor español "Alfonso XIII". 

Desembarcó en Santander. De allí se trasladó a Lourdes, y llegó a Lyon el 5 de agosto. Ese mismo día habló con el P. Antonio Martin, Superior General de su Congregación. 

Las pláticas continuaron hasta el día 9 de este mes. El padre Félix expuso todo a su Superior con absoluta franqueza, y le entregó las cartas de recomendación que llevaba: del Delegado Apostólico, del Arzobispo de México, y de Mons. Ruiz, Obispo de León. 

"Le abrí mi alma con toda la franqueza de que soy capaz, y no le oculté nada, ni siquiera aquellas cosas que yo sabía que le iban a causar mala impresión" (Carta del P. Félix a Mons. Ruiz 25 de agosto, 1904). 

Además de las entrevistas personales, el P. Félix entregó al P. Martin un escrito titulado "Breve Resumen". Dice así: 

"1.-- Porqué ESTA FUNDACIÓN. Únicamente porque nuestro Señor la pidió con insistencia a la Sra. Concepción Cabrera. Y por los frutos admirables que ha producido hasta ahora la Obra de la Cruz en sus dos instituciones: Las Religiosas de la Cruz y el Apostolado de la Cruz; ya aprobadas por la Santa Sede. 

2.-- DE DONDE ME HA VENIDO ESTA NUEVA VOCACIÓN. Nunca he tenido tentaciones contra mi vocación de Marista: siempre ha sido muy firme. Pero ciertamente yo había sentido siempre en mí un anhelo de mayor perfección que no logré satisfacer antes de conocer las Obras de la Cruz. Pero no busco realizar este ideal fuera de la Sociedad de María, a la cual amaré y serviré cuanto pueda y con toda mi alma. 

Es nuestro Señor el que me ha manifestado claramente su voluntad, por medio de muchas circunstancias que de viva voz le expliqué a usted. Y estoy dispuesto a sufrir cualquier martirio an­tes que dejar de corresponder al Llamamiento de Dios 

Sin embargo, declaro solemnemente que no daré un solo paso sin la aprobación de Ud. y no me apartaré jamás del camino regio de la santa obediencia. 

3.-- POR QUE CREO EN LA SEÑORA CABRERA: Porque personalmente he constatado y comprobado la autenticidad de su misión. Y porque he consultado a las personas que la conocen más íntimamente: El Arzobispo de México, el Arzobispo de Puebla, el Delegado Apostólico, el Obispo de León, y el sacerdote que fue su confesor durante diez años. Y todos me han dicho sin vacilar y con entusiasmo: "Siga Ud. adelante, porque esta obra es de Dios". Ellos conocen las gracias maravillosas que esta señora ha recibido de Dios, y de las cuales yo le hablaré detalladamente. 

Además está la autenticidad de sus virtudes: su humildad admirable, su deseo constante de ser ignorada, su obediencia a toda prueba, su santidad de vida, sus penitencias tan extraordinarias que humanamente serían imposibles si Dios no la sostuviera sobrenaturalmente: y los favores especiales que Dios le ha concedido de los cuales no puedo dudar. 

4.-- DOCTRINA y ESPIRITUALIDAD DE LA OBRA: La Sra. Cabrera ha escrito mucho, y sus escritos tienen el sello de Dios. Llegan al corazón, y están llenos de teología aún cuando ella nunca ha estudiado. El Arzobispo de México ha hecho examinar estos escritos por los mejores teólogos de la capital, y ellos quedaron admirados de tanta profundidad y exactitud. 

QUE ES LO QUE PIENSO HACER 

1.-- Obtener el pleno consentimiento y la aprobación de Ud. para que se sepa, ahora y también más tarde, que la Obra se inició por el camino de la obediencia perfecta. 

2.-- Si Ud. me niega el permiso, obedeceré pronta y alegremente, porque sé que obedecerle a Ud. es obedecer a Dios, y yo no pretendo otra cosa que hacer la santa voluntad de Dios. 

3.-- Si Ud. me concede el permiso, partiré inmediatamente para Roma, expondré mis proyectos al Cardenal Vires para que me ayude ante el Papa, y pediré al Vicario de Cristo que me bendiga y me dé el hábito de los Religiosos de la Cruz. 

4.-- Enseguida buscaré vocaciones y las llevaré a México para comenzar el noviciado, bajo los auspicios del Arzobispo de México". 

El P. Antonio Martin, pidió al padre Félix que le diera tiempo para consultar su asunto con los Asistentes Generales y que en­tre tanto, fuera a visitar a su familia. Así que la entrevista definitiva se realizó hasta el día 19. 

El P. Martin recibió amablemente al padre Félix, le pidió que se sentara y le dijo: 

"Voy a leerle este papel. Lo escribí para estar más seguro de mis expresiones, y para que Ud. lo guarde y recuerde mejor mis órdenes y se atenga fielmente a la voluntad de Dios". 

En el papel estaba escrito lo siguiente: 

"Mi querido padre Félix, después de haber orado y reflexionado, y después de haber consultado el parecer de mi Consejo, y contando con su promesa de obedecer a la decisión que yo tomare sobre la misión de fundar una nueva Congregación Religiosa, le ordeno lo siguiente: 

1.-- Que Ud. no se ocupe de ninguna manera de la fundación de la nueva Congregación. 

2.-- Que Ud. deje de comunicarse, por carta o de cualquier otra manera con la Sra. Cabrera, ya sea directa o indirectamente. 

3.-- En cuanto a sus penitencias, confesiones y dirección espiritual, confórmese a lo que mandan nuestras reglas de la Sociedad de María en el artículo III de nuestras Constituciones". 

Después de que el padre Martin leyó estas disposiciones y las entregó al P. Félix, le dijo: 

"Ahora, si Ud. no tiene ninguna dificultad, lo mando a España, a nuestra Casa de Barcelona, donde tendrá como Superior al Padre Gauven". 

El padre Félix contestó: 

"Iré con mucho gusto, pues estoy seguro de hacer la voluntad de Dios, y no quiero otra cosa" (Diario).

La Sra. Cabrera recibió la última carta del padre Félix el 11 de septiembre. Y ella no volvió a comunicarse con él. El 14, escribió lo siguiente al Superior General: 

"Recibí una carta del P. Félix, en la cual me avisa de su traslado a Barcelona y de la prohibición de volverme a escribir. Muy bien, mi respetado padre, no tema que yo contraríe su voluntad en lo más mínimo. Ud. está en el deber de tomar el camino que le parezca más prudente. Pero espero que el Señor le hará conocer la verdad de su deseo" (México, 14 de Sep. 1904). 

Durante 10 años el padre Félix estuvo en Europa sin comunicarse para nada con México, callando y obedeciendo; orando y buscando el cumplimiento riel de la voluntad de Dios. 

Yo no dudo de que estos diez años de vida oculta y de obediencia heroica, hayan sido los más fecundos en frutos de purificación y progreso espiritual para este hombre a quien Dios había elegido para ser uno de aquellos que llamamos "santos". 

El mismo día en que recibió la dolorosa negativa de su su­perior, escribió en su diario: 

"Ahora estoy aislado. Solo con Jesús... ya llegó, Señor, la hora que yo temía, la hora de la prueba. Las palabras de mi Su­perior son tuyas, y como tales las obedecerá con gusto, toda la vida, si esa es tu voluntad, aunque ya mi corazón está sufriendo un martirio..." (19 de Agosto de 1904).
 

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