CONCHITA

Diario Espiritual de una
Madre de Familia

 

Sola, con mis ocho hijos huérfanos

Los primeros días de su viudez fueron terribles para Conchita.  Los médicos creyeron que iba a morir.  El pensamiento de su marido la seguía a todas partes. "Lo que más me consuela en el recuerdo del drama pasado, aparte de haber sido la voluntad de Dios, es la conformidad tan grande con que aceptó él la voluntad divina, por más que miraba é humanamente hablando no concluida su misión al dejar tan pequeños a sus hijos.  "Estoy indiferente a vivir o a morir, me decía, Dios sabe lo que hace".  Y cuando yo le decía que tenía mi corazón atravesado de dolor me contestaba: "Que no piensas en la voluntad de Dios?" (Diario T. 17 p. 223, 27 septiembre 1901).

Otra versión más detallada nos ha conservado el recuerdo conmovedor de las últimas conversaciones íntimas con su marido: "¡Concha! Me decía - ¡me muero!... - "Vas a ver a Dios" (Aut. T. 4, p. 66).  Después de haber recibido el viático les dio la bendición a todos sus hijos.  "A Pedrito, el más pequeño, mucho me lo encargó; después yo se la pedí rogándole que me perdonara en lo que lo hubiera ofendido; él hizo lo mismo y me la dio.  Le dije también: "Yo siempre he procurado darte gusto y si Dios te lleva quiero seguir tu voluntad: ¿qué quieres de mí?" - "Que seas toda para Dios y toda para tus hijos'. (Aut. T. 4, p. 60-66).

La muerte de su marido cambió bruscamente su vida dejándola desamparada pero valiente: "Hoy cumple mi hijo mayor dieciséis años.  Aún cuando me sobrepongo, tengo ratos muy pesados y mis lágrimas corren muy a menudo sin poder detenerlas.  Mi corazón de carne tiene mil tristes recuerdos y sufre y se bebe el dolor a grande tragos. ¡Bendito por todo sea el Señor!

"El llanto de mis hijos que derraman por su padre me traspasa el alma... Mal del cuerpo y ahora estoy resistiendo la fatiga, pues ni de día ni de noche me aparté de mi enfermo, asistiéndolo en todo personalmente hasta su muerte.  Tengo enfermo a mis hijos, sobre todo el más pequeño.  ¡El Señor me ayude con la Cruz!" (Diario T. 17, pp. 231-232, 28 septiembre 1901).

El 30 de septiembre añade dolorosamente: "Hoy concluye el mes en el cual más he sufrido en mi vida" (Diario T. 17, p. 232).

En su extrema aflicción se vuelve a María: "Acuérdate, Madre, que no se ha oído decir hasta ahora que alguno que recurriese a tu patrocinio haya sido desamparado... En ti espero, en ti confío, a tu protección me acojo. ¡Oh, María, ayúdame con mis ocho huérfanos!" (Diario T. 17, p. 240, 2 octubre 1901).


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